lunes, 5 de abril de 2010

Campaña negativa

Una de las estrategias utilizadas por el Partido Republicano con el objeto de acortar la distancia con su contendiente demócrata Barack Obama, ha sido el recurrir al uso de campaña negativa.
Frecuentes han sido los anuncios que presentan a Obama como una persona de fama pero sin contenido, elitista, con poca experiencia, con cuestionables vinculaciones con líderes religiosos y de negocios. En el caso de su esposa Michelle, han manipulado sus afirmaciones para cuestionar su patriotismo o peor aún, han circulado aseveraciones que nunca dijo.
Recientes encuestas han señalado un achicamiento en la distancia entre ambos candidatos, otras incluso ponen a McCain como virtual ganador. Algunos atribuyen tal fenómeno como resultado de la campaña negativa. Esta, sin embargo, puede ser una estrategia de caras consecuencias para la democracia estadounidense y para los mismos republicanos.
Estudios realizados en Stanford y Harvard demuestran la inconveniencia de las campañas negativas pues tienden a despertar sentimientos de apatía y desinterés en lo electoral y político lo cual debilita la democracia.
El aumento en el abstencionismo es la consecuencia más directa. Lo negativo puede provocar desaliento en los simpatizantes con respecto al candidato de su elección al ser éste objeto de cuestionamientos. Puede también desencantar con respecto a ambos candidatos, atacante y atacado. Por último, el clima creado puede incidir en el debilitamiento de la credibilidad en las instituciones y el proceso electoral.
Desde 1960 los niveles de abstencionismo en las elecciones presidenciales de Estados Unidos han aumentado de forma creciente, hasta niveles de poco más o menos del 50%. Inversamente, la credibilidad y confianza de los estadounidenses en el gobierno han disminuido.
Uno de los aportes más valiosos del candidato demócrata Barack Obama en las primarias fue su capacidad de atraer nuevos votantes. Entre estos, destaca la alta participación, interés y nivel de entusiasmo despertado en los votantes jóvenes lo cual vaticinaba una generación con mayores niveles de participación.
El entusiasmo de estos noveles votantes podría ser la primera víctima. A la que le seguiría un mermado nivel de representación de los eventuales ganadores fruto de una menor participación de electores.
Por último, los republicanos o quienes recurran a este tipo de campaña deben pensarlo dos veces. En contadas ocasiones tienen un efecto boomerang en el electorado quienes pueden reaccionar con igual intensidad contra el agresor, o más bien cierran filas con el agredido.
Conllevan además un doble mensaje de debilidad del candidato agresor. Al concentrar los recursos y el tiempo del electorado en lo negativo, ¿no estará implícitamente reconociendo una debilidad en su candidatura y propuestas?
Por otra parte, el focalizarse en las debilidades de su oponente es reconocer la mayor fortaleza de su adversario. Ante esos momentos el candidato/a objeto de ataques debe recordar la célebre frase de don Quijote… “Ladran Sancho, señal que cabalgamos.”

Nuria Marín Raventós

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