Por ello a partir de ahora los invitamos a visitar www.grupofeedback.com.ar/wordpress nuestro renovado blog.
Los esperamos para seguir construyendo juntos un lugar pensado para la comunicación.
Saludos.
Grupo Feedback
En la historia del mundo, hubo un hombre cuyo paso liberador aun perdura en nuestras vidas. Él nos dejó su ejemplo de lucha, misericordia y amor.
En esta fecha tan especial rescatemos su ejemplo de vida reavivando la llama del compromiso y el trabajo conjunto. Quienes hacemos Grupo Feedback brindamos nuestro aporte, para que juntos logremos el futuro que anhelamos.
Felices Pascuas.
Uno de los factores determinantes de la continua transfor mación de las campañas electo rales es el impacto de los nuevos medios de comuni cación en la mediación pública de programas y candidatos.
El protagonismo de los mass media en los procesos electorales cruzaba un punto de inflexión a finales de los años 50 del siglo XX con la irrupción de la televisión, primero en EE. UU. y luego en Europa. En décadas posteriores las estrategias centrales de los partidos han pivotado en torno al uso de la televisión como plataforma de comunicación política por su más amplia difusión, sin descuidar la atención a la prensa para un público más atento.
Se ha ido manifestando así una clara tendencia a la globalización en las campañas electorales y de comunicación política, con una gran similitud en su concepción y el planteamiento en los distintos países. Las principales características de estas nuevas campañas son la creciente personalización de la política en los líderes y candidatos, y la aplicación de métodos científicos a la planificación de las campañas, con la creciente intervención de profesionales con alta capacidad de decisión autónoma.
En los últimos cincuenta años, la ecología mediática de las contiendas electorales ha requerido cotas cada vez más elevadas de atención para la planificación de las estrategias electorales de los partidos. Se ha ido imponiendo igualmente una concepción extensa de campaña, planteando el esfuerzo y la planificación en la comunicación política como un proceso continuo en el que el momento electoral es sólo el remate final.
La pregunta sería si ello ha repercutido en una mejora cualitativa del conocimiento público de la actividad de políticos e instituciones.
Desde los años 80 se ha venido observando una nueva y preocupante tendencia: el creciente uso de la llamada propaganda negativa en muchas campañas políticas, orientadas principalmente a la descalificación y destrucción del adversario. En el marco de planteamientos estratégicos, en estas campañas lo único que importa es el fin: dañar y destruir la imagen del adversario para que no pueda ganar confianza, y han encontrado eco en determinado tipo de periodismo y medios de comunicación. Vivimos claros ejemplos estos últimos años en España.
Numerosos estudios han alertado sobre estos desarrollos y han mostrado su relación con el incremento de la desconfianza en las instituciones y el creciente alejamiento de la política por parte de los ciudadanos. Un problema grave para las democracias.
El impacto de las nuevas tecnologías
Quizás el desarrollo tecnológico pueda aportar nuevos mecanismos para evitar estos derroteros y mejorar los efectos positivos de la comunicación política. En este sentido, el gran salto tecnológico de los últimos años lo representa Internet. En sus virtualidades se depositan esperanzas de transformación, no sólo como nuevo medio de comunicación política, sino también como plataforma de oportunidades en red para la propaganda, la información y la interlocución políticas entre los distintos actores del proceso electoral (partidos, candidatos, medios y ciudadanos).
Después de una primera fase en que se trataba de colgar propaganda y materiales en la red, concebida como escaparate global, se ha entrado en una nueva etapa con la expansión de aplicaciones basadas en la nueva tecnología Web 2.0. Las nuevas posibilidades destacan por impulsar la interactividad, la participación del usuario: blogs, construcción de redes, impulso del vídeo (YouTube-Citizentube), Second Life, marcadores sociales (Reddit, Digg), comunidades sociales (Facebook, MySpace). Cualquiera puede generar contenidos.
Un conjunto de nuevos instrumentos y posibilidades que puede inyectar savia renovada en la relación de representación. Es un reto definitivo a las estructuras cerradas de los partidos y para conectar redes e implicar a un nuevo tipo de ciudadano, más formado, capaz, crítico y autónomo. Igualmente para los representantes y para las instituciones. Introduce también más democracia en la comunicación.
En definitiva, parece un punto sin retorno frente a controles centralizados de la comunicación. Pero ante las desigualdades de acceso a la tecnología, al instrumental y a las habilidades e incentivos para su uso, se ha planteado el peligro de una creciente brecha digital, entre países y entre sectores sociales de un mismo país. Así, dentro de un país podría ser una nueva fuente de desigualdades, fomentando la participación y canalización de demandas de los poseedores de recursos y haciendo menos visibles y más marginales a los más desprovistos de ellos.
De aquí la necesidad de facilitar el acceso a las nuevas tecnologías y promover su uso, en el sentido de algunas campañas internacionales o bien de otras en nuestro país en algunas comunidades autónomas y municipios.
Por Francesc Pallarés y Josep Gifreu
Fuente: Diario La Vanguardia
De la sociedad del espectáculo al poder político
Las sociedades del espectáculo son perfec tamente compatibles y proporcionales con la materialización de una campaña política. El espectáculo tiene el poder de generar pasiones, emociones y acciones, tiene la capacidad de reunir, de persuadir y de identificar. Es el cultivo ideal para el proselitismo político que busca llegar al poder a través de un poder primario, fundante y legitimador que se encuentra expectante en la sociedad del espectáculo.
El espectáculo no solo es el fin, es el inicio, es el punto de partida para consolidar un show mayor; un gobierno espectacular. No se puede alcanzar el poder sin haberse robado el show, es decir, sin haber hecho un espectáculo alucinador, divertido y envolvente, que se convierta en trampolín para llegar a la meta.
El espectáculo tiene el poder o la capacidad de transformar emo ciones y sentidos en el ser humano y a su vez tiene la capacidad de crear reacciones. El espectáculo es de una u otra forma el reflejo de ese grupo de individuos que puede transformar, es el reflejo de la sociedad. Así plantea Debord, al espectáculo como “… el modelo de vida socialmente dominante” e indispensable en cualquier sociedad.
No solo para la sociedad, sino además y sobre todo, indispensable para la política pues la sociedad vive en el espectáculo pero el poder político vive del espectáculo. Sin espectáculo no hay razones para persuadir, para gustar y hacerse querer. Sin espectáculo no hay legitimador, no hay quien mantenga al régimen con vida.
La política afecta a todo los seres humanos, a todos en conjunto, pues “la realidad individual se ha hecho social en la medida en que es directamente dependiente del poder social”, en este caso concentrado en los ciudadanos, de allí que la campañas sumen por miles, no de a pocos o de individuo en individuo. Allí en el espectáculo está reunida la sociedad entera, esperando ser embelesada, enajenada y seducida por la propuesta más espectacular, la más llamativa y urgente, la que más risas y adhesión genere. El espectáculo conlleva al poder social y el poder social al poder político.
Pero no todo espectáculo es entretenido o exitoso, no todo espectáculo cautiva y mueve el ánimo de la sociedad. Existen otros discursos dominantes, existe además opinión pública e intereses particulares, existen movimientos como manos invisibles que se hacen sentir sin dejarse ver que configuran el ambiente político y social según sus necesidades. En el ruedo político no solo se gana de alharaca y de espectáculo, acá el “azar”, el poder de hecho, los acuerdos y las maquinarias también cuentan.
La espectacularidad de una campaña política no garantiza el triunfo de un candidato, suele suceder que son los candidatos los espectaculares por sí mismos, o la coyuntura política y social los espectaculares, que deslumbran y se roban la atención por su diversión pública.
Tampoco la inversión económica exagerada en aras de llevar el espectáculo de una campaña política a más expectantes garantiza el éxito en las urnas, la inversión en política no es por completo un problema de rentabilidad, por eso es espectáculo no depende solo del montaje sino además de buenos actores, que entretengan al público y ganen su admiración, materializado en votos.
El reto de una campaña es convertirlo todo en interpretable, en difuso, pero posible, en ambiguo pero contundente, en volverlo todo en algo digerible para que la audiencia se identifique y goce con el espectáculo. El reto es generar un ambiente de confianza y conformismo, de necesidad en donde la campaña ofrece y promete y el ciudadano encuentra respuesta a su necesidad.
El político, vendedor de ilusiones, no solo debe gustar, debe saber actuar y mostrase sexy al espectáculo, imponer su imagen y ganarse la memoria del auditorio, el político debe ser la estrella del espectáculo.
El político star es aquel, al que la fama y la admiración lo hacen grande, tiene seguidores, fans, programa de televisión y radio, audiencias en vivo y todo un espectáculo mediático que los hace poderoso con las masas. Como lo define Omar rincón, el político star es aquel convierte todo su discurso en una sola imagen, un producto, una marca, solo apariencia, buena fachada y cercano a las preferencias y gustos sociales. La vida del político star se parece a una emotiva novela de televisión, con desen cantos, alegrías, pataletas y enemigos, romances y tensiones que atrapan la opinión pública y la hacen vibrar a su ritmo. Este político sí es, todo sentido, un gran referente de las sociedades el espectáculo. Que ven en él lo que a la sociedad espectacular le faltaba; un líder espectacular. Sin embargo un político star tampoco garantiza un espectáculo social y mediático duradero, plenamente legitimado a largo plazo, de tras de su show se esconden grandes estrategias de conductismo y demagogia, se esconden fuerzas oscuras que “libretean” la actuación del Star. Pero todo este andamiaje no importa a la sociedad, pues para ella la imagen basta, la forma es lo que importa, el fondo y la esencia son para pensar, para analizar y tomar decisiones, pero a las sociedades del espectáculo no se les pude detener, pausarlas e invitarlas a reflexionar.
“la sociedad de masas se caracteriza por la homogeneidad de la población masiva y por la debilidad de la relaciones interpersonales y grupales” 1 La vulnerabilidad individual se convierte en poder social, la sociedad ve en el espectáculo del star la salvación, el camino y la solución; ahora la propaganda y los medios de comunicación se convirtieron en la herramienta de conexión entre una sociedad alienada y un líder con mera imagen.
Aun así tan crudo como parece, detrás del show hay opciones reales de verdad, de libertad, de emancipación al estilo Kantiano, los espectáculos se pueden convertir también en el detonador de una consciencia individual, de un proceso endógeno de responsabilidad social y política.
El proceso de construcción de nación debe estar fuertemente respaldado por la propaganda política y el espectáculo social que reunifique criterios al interior de los países. Los procesos políticos y las transformaciones sociales, dependen de gran medida de los espectáculos y de la influencia que estos posean.
Es necesario reestructurar la visión negativa sobre los medios de comunicación masiva, sobre los espectáculos y sobre el show, pues es evidente que ayudan notablemente al desarrollo y evolución de las sociedades y que además su buen uso y orientación funciona efectivamente como sistema educativo.
Las regulaciones que se puedan ejercer sobre los medios facilitan la integración en los espectáculos de todas las creencias, culturas y opiniones a los medios masivos, los individuos son libres de elegir que diario leer o canal sintonizar o por cual candidato votar, lo importante es que la pluralidad funcione como mediador entre el avance tecnológico y los hombres, entre el espectáculo, los valores y la libertad. Pasar del espectáculo a la consciencia individual es el reto hoy, no solo de medios de comunicación sino también de líderes políticos.
Coyunturas como las guerras, las elecciones y las campañas políticas, abren el espacio idóneo para la emergencia de espectáculos que revindiquen, justifiquen, legitimen, la posición ideológica o política frente a la coyuntura.
Así, aquellos momentos en los que el poder se encuentra en juego, son los más propicios para producir y ubicar el show, luego el espectáculo estrictamente político es aquel discurso que está vinculado y construido por la las luchas por el poder. Por el poder social.
El reto no es construir una campaña política espectacular, el reto del político postmoderno es hacer compatible la magia de su imagen con las convicciones y principios naturales de la democracia liberal. El reto es encontrar el equilibrio exacto entre la valoración social y la responsabilidad que otorga el poder.
Que siga el espectáculo mientras siga lo político, que siga el poder social pero iluminado, consciente y responsable, que siga la campaña política pero transformadora y liberadora, democrática y alucinante.
Juan Es. Restrepo-Castro
El interés de la gente por la política está en el sótano, se ha destrozado por la falta de credibilidad, porque la coyuntura la ha complicado, porque no se ha sido eficiente en el manejo de la información o en el manejo del gobierno de la política, es decir, porque la percepción de que los intereses públicos no están, precisamente, donde están los intereses de la gente.
En este entorno, la comunicación juega un papel prioritario, ya que sigue siendo un campo emergente, una disciplina que no está absolutamente descubierta, ni concluida y a la que constantemente se le agregan instrumentos con las nuevas tecnologías, lo que significa nuevos retos y también, nuevas posibilidades. (…)
Durante las campañas políticas el manejo de la imagen es fundamental, porque es un proceso que se da en la mente de la gente y a cualquier marca que se considere o vea, se le otorga personalidad, genera actitudes pertinentes, estímulos y respuestas, a pesar de ello, trabajar en una imagen pública no significa que se tenga definida de manera absoluta.
La imagen se da por naturaleza o porque se va construyendo, al tener una conversación de cuarenta minutos, por ejemplo, ya se forma una imagen del interlocutor sobre su posición económica, social, sus conocimientos, el manejo de la voz, de la presentación etc., que en ocasiones es una imagen fruto de un proceso de construcción intencional y es posible que no corresponda a la realidad o que se esté engañando. (…)
Para la formación y mantenimiento de la imagen se consideran cuatro elementos:
1. Lo que el candidato dice de si mismo a través de su campaña, spots, estrategias, eventos.
2. Lo que el candidato significa para la gente (…)
3. Lo que la gente dice del candidato: (…)
4. Lo que le pasa al candidato: Eventualmente a un candidato, en una campaña le pueden pasar muchas cosas que van transformando su imagen, por ejemplo, cuando Vicente Fox fue diputado, tenía una imagen muy diferente a cuando era candidato a la Presidencia de la República. Esta misma imagen cambió cuando fue Presidente hasta terminar su gestión. (…)
Gloria Trevi es un caso interesante se le implicó en una serie de delitos, sin embargo, no era el fin de Gloria Trevi, como no era el fin de Britney Spears, con todos los escándalos, incluso, Trevi pasó de ser una mujer hiperliberal, cómplice de trata de mujeres, etc., a ser una mujer que tuvo un hijo, que nadie la respetaba, a ser la Gloria Trevi de ahora, que es vista, respetada en lo general, como una mujer que supo salir adelante a pesar de la adversidad.
La memoria pública perdona u olvida algunas situaciones, suele ser tolerante con algunas cosas.
En otros casos los políticos se marcan por ciertos momentos coyunturales, así se vio a Vicente Fox en el informe de Carlos Salinas con las boletas electorales en las orejas. (…)
Tenemos la memoria de corto plazo, donde manejamos información de inmediato y la desechamos y la de largo plazo, con ambas tenemos que jugar en la política y en la construcción de imagen.
La información a corto plazo nos permite dar el siguiente paso, pero la información de largo plazo es la que nos permite dirigir nuestra vida. (…)
Durante las campañas políticas hay que definir ciertos temas, ponerles una marca, ponerles un sello y ser consistentes en nuestra comunicación, en nuestra publicidad, en nuestros spots, nuestros mensajes, nuestros eventos, porque estamos en un entorno de hipersaturación donde tenemos más de mil impactos diarios y es donde tenemos que incursionar.
Se trata de un mercado en el que las propuestas de los candidatos son similares, pareciera que todos los candidatos son buenos porque todos prometen lo mismo, plantean lo mismo, esa hipersaturación de mensajes lleva a una crisis permanente de credibilidad; los liderazgos se han venido erosionando.
La contra-estrategia de imagen, es otro elemento que trabajamos en materia de mercadotecnia política, porque en materia electoral no sólo es “como yo construyo mi imagen”, sino como intervengo para que la imagen del contrincante sea diferente y abone en función de la mía.
El debate político y periodístico son otras herramientas que están saturando las agendas y los imaginarios de la gente. Por eso la gente se harta con facilidad de la política y de los procesos electorales, ya que la lucha por la agenda pública parece tener como objetivo ser el que gane las 8 columnas en los periódicos y noticiarios electrónicos. (…)
La coyuntura y la influencia en la elección
Igual que los demás elementos, la coyuntura es un factor que debe considerarse para influir en la toma de decisión de los votantes. (…) Precisamente en las coyunturas se puede sumar o restar a favor del candidato y muchas veces depende de los estrategas.
Conclusiones
Durante una campaña política se exige que estemos orientados a los ciudadanos, exige también, que la comunicación sea el centro de las prioridades, ya que, así como se dice que somos lo que comemos, en materia política y de elección somos lo que comunicamos y estos tiempos exigen contar con equipo de comunicación profesional a la hora de realizar las campañas políticas.
No obstante es necesario contar con una estrategia real, auténtica y profesional como la guía maestra de todo el proceso de campaña, ya que de no existir, es como salir del puerto sin saber a donde se va, en consecuencia, se corre el riesgo de extraviarse y creer que la comunicación empieza fuera.
Lic. José Braulio González Rodríguez
Fuente: www.mktglobal.iteso.mx
La relación entre campañas electorales y opinión pública introduce diversos interrogantes. Sin lugar a dudas, es el contexto lo que permite ver hacia donde apunta una campaña y a veces nos facilita entender también un éxito o un fracaso. Pero un detalle crucial que se puede advertir ya en la campaña de 1973 revela que la opinión pública es, por definición, cambiante y volátil, es una construcción, un fenómeno que se va adaptando a cada contexto que se vive.
Si se analiza el éxito o fracaso de las diversas campañas, siempre se pueden establecer relaciones tomando como eje los estados de opinión dominantes. La percepción clara de cuales son las expectativas, las inquietudes, las ideas-fuerza que guían a una sociedad en un momento dado, en un contexto particular, socioeconómico, político, cultural, es lo que permite entender las campañas, y por qué algunos factores permanecen y otros cambian. Los cambios en la opinión pública no significan un cambio de fondo en la sociedad o en los protagonistas sociales, es un cambio en el contexto, un cambio del eje comunicacional dominante, y eso es lo que va a marcar la capacidad de percepción por parte de los creadores de las campañas políticas.
La campaña política no tiene un eje principal en el diseño publicitario sino en el diseño estratégico acorde con las demandas de la sociedad. Si hoy planteáramos una campaña electoral haciendo eje en liberalizar la economía, flexibilizar las normativas sociales, privatizar empresas, ¡parecería una locura!, sería un fracaso total, sin embargo esos mismos ejes fueron fundamentales en la captación de voluntades no mucho tiempo atrás, en los años '90. Y los factores que justifican esos cambios son cuestiones de contexto, no están ligados a hechos irreversibles.
Las campañas siguen una lógica: Buscan establecer cual es el eje dominante de opinión, y lo siguen, como si fuera un objetivo político en sí mismo.
Esos ejes dominantes no tienen fundamento en las convicciones, las ideologías o los programas partidarios, sino justamente en esos estados de opinión, que suelen ser tan volátiles como las condiciones meteorológicas. Por eso a las grandes tempestades pueden suceder tiempos de calma absoluta.
En 1973, los mismos protagonistas de la campaña fueron los actores del cambio político que se venía. Una campaña que se hizo ante todo con carbonilla, en un intento de responder a amplios sectores de la sociedad que luego pueden haber encontrado o no respuesta en la gestión política que siguió.
Lo mismo pasó en el '83, donde las campañas lograron un consenso tan grande que las encuestas realizadas luego de que ganara Alfonsín, mostraron que muchos votos más hubieran ido hacia Alfonsín si no pesara el voto cautivo en el otro partido.
El resultado electoral 52% a 42% se convirtió luego en una base más amplia de casi 80% de consenso, con unos ejes de campaña que hablaban de sumar criterios en unidad política. Ese fenómeno del '83 se extendió al interior del país en el '85, cuando el peronismo pierde una cantidad importante de provincias, que recién se empiezan a recuperar en el año 87.
Todos los ejes de campaña tenían que ver con las expectativas de la sociedad en aquel momento, los resultados del '83 no eran imprevisibles. La gente tenía, en su memoria política reciente, el mismo nivel de rechazo hacia el último tramo de gestión del gobierno justicialista que hacia el gobierno militar posterior.
La campaña logró captar esos estados de opinión, y algo parecido se produce en el '99, cuando ese fenómeno político complejo y contradictorio que fue la Alianza, logra despertar expectativas muy dispares y produce una campaña "ejemplar" en lo que atañe a conseguir votos.
Nunca hubo una campaña tan exitosa seguida de un retroceso tan rápido respecto a su credibilidad. Cuando asumía De La Rúa aumentaron un 15% las expectativas de éxito, pero 4 meses después la imagen del gobierno bajaba en un tobogán imparable de deterioro hasta terminar, en el 2001, con la crisis política más importante de los últimos tiempos.
Las campañas políticas, los estados de opinión, los climas de opinión pública, integran un fenómeno íntimamente correlacionado.
Al margen de los cambios tecnológicos que han habido, relacionados con la estética, en el fondo de las campañas lo que uno puede encontrar son cambios profundos en la sociedad respecto al sistema de expectativas políticas, y el acierto o desacierto en su percepción determina los resultados de una campaña, pero no es una garantía de gestión, porque la gestión de gobierno es otro fenómeno que debe ser considerado aparte.
Julio Aurelio
La efectividad de una campaña tiene que ver con su adecuación al contexto político, económico y social. En esos términos cada campaña es diferente, tiene sus especificidades y por lo tanto siempre hay cambios de una elección a otra. Por eso no hay recetas para hacer campañas.
Los sistemas políticos estables muestran una mayor continuidad en el diseño y la estructura de las campañas, hay poca variación de partidos políticos, de candidatos, de normativas electorales y hasta las expectativas de la gente son relativamente semejantes. Los cambios que se producen en estos sistemas tienen que ver con "conductas adaptativas" como la incorporación de tecnología, el uso de la TV, de encuestas telefónicas o por Internet, o innovaciones estéticas: El debate Bush-Kerry tenía una estética totalmente diferente del protagonizado por Nixon-Kennedy en 1960, que inició esa tradición de los debates presidenciales.
En los sistemas de baja estabilidad se producen cambios importantes en el diseño mismo de las campañas, hay cambios profundos en el escenario social y político que modifican el escenario electoral. Además afectan directamente los cambios normativos como reformas constitucionales o modificación de las leyes electorales.
También cuando cambia la configuración partidaria, con partidos que aparecen y desaparecen, o se forman nuevos frentes o coaliciones, se altera el elenco de los actores de una campaña a otra. En tercer lugar, por supuesto, inciden los grandes cambios económicos y sociales que afectan al país en su conjunto.
Las campañas modernas en la Argentina comenzaron en 1983, desde entonces cada campaña presidencial se presentó en un contexto diferente. El uso de los actos masivos, que fueron tan importantes en la campaña de Alfonsín, sufrió una modificación decisiva. Luego de diferentes elecciones, se produjo una desmovilización de la sociedad por una creciente incapacidad de convocatoria de los partidos políticos. A veces se hacen actos en pequeños locales cerrados y el uso de la TV ha ido sustituyendo a los actos masivos, aunque el sueño de todo político sea un gran "acto masivo televisado" al estilo de las grandes campañas de Ronald Reagan, que tenían mucha producción, suelta de palomas y globos, banderas norteamericanas al viento, y todo se hacía para la TV, quienes lo veían por TV eran más importantes que los presentes en el acto.
La campaña de la Alianza de 1999 fue la campaña más cara de la historia argentina, lo que generó una imagen de despilfarro, y también abrió la demanda de control y regulación. Ese despilfarro en la política fue la contracara del empobrecimiento social que se estaba viviendo.
Por eso en el 2003 hubo candidatos que hicieron eje en sus bajos costos publicitarios, como Elisa Carrió que se negó a aceptar donaciones empresarias, recorrió el interior en auto, se alojaba en casas de militantes y se llevaba sandwiches de milanesa para el camino. El bajo costo pasó a ser un elemento determinante de su campaña, lo cual sería inimaginable en una elección norteamericana, no cabe pensar en candidatos que vayan de un estado a otro en auto y se lleven las hamburguesas, por ejemplo.
La estrategia de Elisa Carrió adquiere significado en un contexto de profunda crisis económica y en una candidata cuyos principales ejes de campaña apuntaban a la ética y en contra de la corrupción.
Otro elemento que modificó las campañas en la Argentina tiene que ver con la estructura de la competencia. En 1983 había un sistema bipartidista con fuerte concentración de voto entre el peronismo y el radicalismo. A partir de entonces surgió una amplia diversidad de partidos en posición expectable, con probabilidades de ganar.
En la campaña del 95, la aparición del FREPASO y la candidatura de Bordón incorporaron un tercer candidato posible, y en el 2003 ya había una multipolaridad con 5 candidatos expectables, entre ellos 3 de un mismo partido, el Partido Justicialista, lo que afectó mucho la estructura de la competencia. La existencia de tres candidatos de un mismo partido complejiza la diferenciación de un candidato/a con respecto al resto, y conduce a personalizar la política, obliga a centrarse en la figura del candidato antes que en el partido. Desde el 83 hasta hoy hubo un proceso creciente en la personalización de la política.
Las modificaciones institucionales también intervienen en los cambios. La reforma constitucional del 94 afectó directamente la elección del 95. El hecho de establecer una elección en dos vueltas implica cambiar totalmente la estrategia de campaña. También la elección directa modifica las estrategias de coalición, y también inciden los cambios que se van produciendo a nivel provincial.
Entre los cambios en la configuración partidaria, el surgimiento de la Alianza en 1999 introdujo toda una nueva simbología donde quedaban ocultos los símbolos de los partidos aliados. Por eso Duhalde en esa elección apeló a recapturar toda la liturgia peronista para tratar de hacer frente a esa nueva simbología de la Alianza.
La campaña del 2003 estuvo totalmente teñida por la profunda crisis que se desencadenó en el 2001, la fragmentación de la UCR por izquierda y por derecha dio lugar a la aparición de dos nuevas fuerzas, el ARI y RECREAR. Esa crisis de representatividad política se vio expresada en la multipolaridad en la competencia, en la dispersión de los votos y de los liderazgos en ambos partidos tradicionales. Hasta las encuestas encontraron su límite técnico cuando todos los resultados caían dentro de los márgenes de error.
Como síntesis diría que solo es posible comprender una campaña y el significado de cada uno de los elementos y las relaciones que se establecen, a partir de la relación con su contexto electoral.
Nélida Archenti
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